Sorprendente aparición del Kakuy en San José de Metán

En la última semana se avistaron varias de estas inusuales aves en diversos puntos de nuestra ciudad. A muchos le llama la atención por la terrorífica leyenda que envuelve al ave que reposó a la vista de todos, en diferentes domicilios.

CULTURA 18/05/2024 Carlos Córdoba Carlos Córdoba
Kakuy
Foto Darío Solano

La aparición poco habitual de esta especie  despertó curiosidad en la comunidad Metanense y revivió antiguas leyendas relacionadas con este animal conocido también con el nombre de “pájaro fantasma”. Y no es para menos, puesto que su grito es estremecedor y se asemeja al “lamento de un alma en pena”.

Puntualmente en nuestra ciudad fueron tres los avistamientos reportados por ahora, de esta peculiar especie. El primero en el pasaje Maestros Metanenses, el segundo en calle Pueyrredón y el tercero en el barrio Los Laureles.

Es un animalito solitario y nochero. Sus gemidos son muy parecidos a los de una persona, lo que originó innumerables leyendas.

Por sus características, la especie inspira cierto temor y es común que la gente  se santigüe al escuchar su canto. “Hay quienes lo consideran de mala suerte, sobre todo si canta cerca de las casas, pero nada más alejado de la realidad ya que es un ave muy beneficiosa para todo su entorno, que se alimenta de pequeños insectos”

Leyenda del Kakuy

Cuenta la leyenda que en tiempos muy remotos habitaba una pareja de hermanos indígenas, varón y mujer, siendo el hombre el mayor de la choza luego de quedar huérfanos tras la muerte de sus padres. El joven era muy noble y trabajador, un muchacho de buenos sentimientos dedicado plenamente al cuidado de su hermana, a quien consentía con hermosos regalos. Ella era muy perversa, le hacia la vida imposible y lo trataba de lo peor.

Un buen día al llegar el joven de una larga jornada de trabajo, le pidió a su hermana que le preparara un poco de agua endulzada con miel, ella muy molesta por el pedido la fue a buscar pero antes de entregársela la dejo caer  sobre el cuerpo de el.  Al día siguiente, repitió la maldad pero esta vez le arrojó comida, lo que provocó un gran malestar en el hermano, y por eso decidió abandonar la choza e internarse en lo profundo de la montaña.

El joven dolido y triste por el comportamiento de su hermana deambulaba por los tenebrosos bosques, se sentaba en la orilla de un árbol y recordaba los sabores de las mejores frutas, algarrobas, arvejas y frutos secos, alimentos que le llevaba a su hermana para que comiera lo mejor que conseguía en el campo. A pesar de todo su dolor, Desde las montañas la abastecía de igual manera, brindándole la mejor miel de abejas y quirquinchos que cazaba para que se alimentara.

Ya cansado de los desprecios y humillaciones que le hacia la muchacha, decidió darle un buen escarmiento invitándola a pasear por la montaña, una invitación que escondía venganza.

Cuando llegaron al lugar el joven hizo subir a la muchacha al árbol más alto para conseguir la mejor miel, mientras la acompañó trepando del otro lado del arbusto. Cuando se aseguró que ella estaba a gran altura, comenzó a descender y con un hacha cortó todas las ramas, dejándola en la cima sin forma de bajar.

El muchacho se fue alejando lentamente, y su hermana quedó en lo más alto del árbol, presa del terror, cuando cayó el ocaso y la oscuridad de la noche su miedo se transformó en horror.

Al pasar el tiempo en la fría noche, su garganta se secó de tanto gritar y su lengua enmudeció, su cuerpo comenzó a temblar. Todo su espíritu quedó consumido por el remordimiento, algo que ni su mente podía controlar.

Sus pies se convirtieron en garras filosas, como si fuera un búho, su nariz y las uñas se arquearon, sus manos se comenzaron a transformar en enormes alas, y todo su cuerpo se cubrió de enormes plumas, observó que se convertía en un ave nocturna.

Esto dio origen al Kakuy, el desespero que desgarró su garganta con los fuertes gritos llamando a su hermano. Hoy se escucha en las oscuras noches de la montaña, un grito desgarrador: ¡Kakuy! ¡Turay! ¡Kakuy! ¡Turay!….. que en el lenguaje quechua significa “¡Hermano…Hermano!”.

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